Película La Historia Interminable

Basada en la homónima novela juvenil de Michael Ende, La Historia Interminable supone uno de los más loables y educativos éxitos del cine para niños de los ochenta. Su fantástica propuesta, centrada en la primera parte del libro, no resultó, sin embargo, completamente satisfactoria para el escritor alemán, quien consideró muy liviana esta adaptación cinematográfica de su obra. No obstante, aunque lejos de la profundidad simbólica ideada por Ende, hemos de valorar el trabajo de su director, Wolfgang Petersen, regalando a los pequeños una película lo suficientemente carismática e inspiradora como para ser rememorada con pleno cariño.

La cinta presenta al pequeño Bastian, un niño muy aficionado a la lectura que no tarda en ser cautivado por el fascinante relato de su nuevo libro. En él, el mágico reino de Fantasía, poblado por seres fabulosos, está a punto de sucumbir ante el imparable avance de “La Nada”. Toda la esperanza de salvación recae sobre el valeroso guerrero Atreyu, apenas un muchacho de la edad de Bastian que cargará con esta gran responsabilidad. En su camino muchas serán las aventuras literarias que el joven lector devora escondido en su desván. Sin embargo, Bastian pronto se sentirá demasiado involucrado con una historia que comienza, mágicamente, a interactuar con él. De esta manera, el niño terminará por comprender que el futuro de Fantasía depende de su completa implicación y fértil imaginación.

Dinámica en su globalidad, pese a acusar ciertas irregularidades en el ritmo, la cinta posee, además, el particular encanto de su época, resultando uno de esos títulos especiales que dejaron la impronta de su personal, aunque mal envejecido, diseño de producción. Así, para la memoria colectiva quedan ya los variopintos personajes de la obra, Atreyu, Morla, El Comepiedras, El Caracol de Carreras o aquel carismático Dragón Blanco de la Suerte, todos ellos instalados cómodamente en el corazón de los niños de cualquier edad, al igual que su inolvidable banda sonora.

Del interesante simbolismo existente, quizás sobren las excesivas explicaciones dadas a la metáfora; no obstante, y teniendo en cuenta su clara orientación infantil, eran de esperar dichas aclaraciones que relacionan, evidentemente, “La Nada” con esa paulatina destrucción de nuestros sueños pueriles y sentido imaginativo que la compleja vida adulta suele conllevar.

Concluyendo, un atractivo y ameno proyecto que incluye, para mayor orgullo de éste, una sugerente y clara invitación a la lectura; razón más que suficiente para recomendar este film a cualquier padre en busca de una sana y divertida educación de sus hijos.