Valoración de VaDeCine.es: 10
Título original: 2001: A Space Odyssey Nacionalidad: Reino Unido, Estados Unidos Año: 1968 Duración: 141 min. Dirección: Stanley Kubrick Guión: Stanley Kubrick, Arthur C. Clarke (relato: Arthur C. Clarke) Fotografía: Geoffrey Unsworth Música: Varios Autores Intérpretes: Keir Dullea (Dave Bowman), Gary Lockwood (Frank Poole), William Sylvester (Dr. Heywood R. Floyd), Douglas Rain (Hal 9000, voz), Daniel Richter (Moon-Watcher) Trailer
Existe una teoría con reseñable número de adeptos que afirma que la llegada del hombre a la Luna fue un propagandístico montaje del gobierno estadounidense para derrotar a la Unión Soviética en la carrera espacial. Fotos trucadas, videos retocados y un maestro al que se le encargó la dirección del operístico proyecto: Stanley Kubrick, del que cuentan que, tras realizar el engaño, tornó huraño y receloso debido a las fuertes presiones a las que fue sometido para que jamás desvelase el terrible secreto. Tal fue así, que esta leyenda urbana incluso dio pie a un curioso e irónico falso documental francés titulado Opération Lune que alimenta la teoría de la conspiración. En cualquier caso, el hecho de que sea el nombre de este genial realizador el que se asocie al rumor, da una idea del profundo respeto y fama de perfeccionista que acompaña a su filmografía. Sin duda, el origen concreto de este murmullo se basa en la espectacularidad e impacto técnico que supuso 2001: Una Odisea del Espacio.
Si no entendí mal la peli, aquí es cuando el hombre descubre el xilófono.
Basada en el relato corto The Sentinel de Arthur C. Clarke, quien colaboró en el guión, la críptica película va mucho más allá en ambición y creatividad de lo que esbozó la historia original. 2001 es “la odisea del hombre”, “un recorrido por la evolución”, “un mapa del destino humano”, “la conquista del infinito”… de mil formas se ha definido un film que, en definitiva, supone un verdadero debate teórico sobre la hipótesis de una evolución guiada por una avanzada civilización extraterrestre: desde los primates hasta el abandono de la carcasa corpórea para emerger como forma pura de energía. En el camino quedarán saltos evolutivos como el decisivo aprendizaje del uso de herramientas, el perfeccionamiento y dependencia de éstas, o la inteligencia artificial como culminación de este proceso.
Tras años de originales ideas, bajo presupuesto, serie B y poco respeto, Kubrick consiguió que el género de la ciencia ficción reivindicase su sitio dentro del arte cinematográfico. El largometraje, increíblemente rodado en el lejano 1968, se convirtió en un clásico del cine sin etiquetas. Es, por derecho propio, una de las más grandes cintas de la historia y supuso una nueva concepción en el modo de realizar películas. Con una extraña narrativa cimentada en escasos diálogos y la mayor elipsis temporal de la historia del cine, 2001 exploró y aprovechó todas las posibilidades artísticas que el medio del celuloide ofrece, aunando diversas disciplinas. Visualmente poderosa, su cuidada fotografía entronca con la pintura por encima de cualquier otra consideración. El aprovechamiento de la música como elemento simbólico crucial, con míticas composiciones de Richard y Johan Strauss, la inquietante atmósfera sonora aportada por György Ligeti y, sobre todo, la capacidad del cine para, aprovechando el poder de la imagen, articular ideas más allá de las estructuras literarias clásicas, transforman la película en un completo manual artístico.
Una pareja de recién casados del espacio a punto de entrar en su suite nupcial.
Tal y como es habitual en la filmografía del cineasta neoyorquino, la obra roza la perfección técnica, supeditando siempre sus ejemplares y premiados efectos especiales (único Oscar acreditado de Kubrick) al fundamento ideológico propuesto que, más allá de la trama, filosofa sobre conceptos tan intangibles como la existencia de vida alienígena superior, el alma e inteligencia humana frente a la artificial, la predestinación genética y el silencio del universo. Una ambiciosa intención, inédita hasta aquella fecha, que elevó esta joya por encima del cine de su época hasta más allá del infinito.
Como valor añadido, el cuidado por los detalles volvió a ser capital. Así, aspectos que para otro director pasan desapercibidos, en Kubrick se vuelven primordiales, dando absoluta importancia a la creación de gravedad centrífuga, la falta de sistemas de referencia en el vacío del espacio o la ausencia de propagación del sonido fuera de la nave, creando tensión y belleza con estos elementos que cualquier otro desaprovecharía. Igualmente genial resultó la icónica imagen del ordenador de a bordo HAL 9000, dotado de maquiavélica personalidad a través de primerísimos planos fijos y encuadres subjetivos.
No es un anuncio de la Play, es ...EL MONOLITOOOO!!!
2001: Una Odisea del Espacio es una imprescindible obra de arte fuertemente incrustada en el imaginario colectivo y la cultura del siglo XX. Sólo cabe envidiar al novel espectador que se disponga a disfrutarla por primera vez, pues gozará de una experiencia inigualable descubriendo los recovecos de la auténtica Catedral de la Ciencia - Ficción. De visita obligada, merece la pena subir al campanario por las escaleras de su extenso metraje: las maravillosas vistas son irrepetibles.
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A mi lo que más me sorprende de 2001 es que, tras 4 décadas, todavía permanece como un hecho completamente aislado. Uno es capaz de encontrar "hermanas" o "primas" para todas las películas, ya sea en temática o estilo. Sin embargo, 2001, en ese mejunje de influencias que es el CINE, vive en una especie de soledad solemne, una burbuja inaccesible que, para los que la adoramos, la hace aún más reverencial.