Valoración de VaDeCine.es: 8
Título original: The Lost Weekend
Nacionalidad: Estados Unidos
Año: 1945 Duración: 101 min.
Dirección: Billy Wilder
Guión: Charles Brackett & Billy Wilder (Novela: Charles R. Jackson)
Fotografía: John F. Seitz
Música: Miklós Rózsa
Intérpretes: Ray Milland (Don Birnam), Jane Wyman (Helen), Phillip Terry (Wick), Doris Dowling (Gloria)
Trailer
Aupado por la solvencia de sus comedias y reconocido en Hollywood por la incursión en el creciente cine negro que supuso Perdición, el siguiente paso para Billy Wilder sería el melodrama Días sin huella, el triste y profundo retrato de un alcohólico consciente de su maldición pero incapaz de repararla. El magnífico Ray Milland aportaría su comicidad y desparpajo al protagonista, unos rasgos que junto a su lucidez otorgarían, al contrario de lo que en un principio cabría esperar, mayor tristeza al personaje principal por cuanto tiene de conocedor de su problema, por el enorme contraste entre el encantador sobrio y el borracho irredento.
En este sentido, potenciando la antítesis, no será un excluido social el protagonista de Días sin huella, no un torpe analfabeto, sino un escritor prometedor, atascado ante su propia sombra, al que su familia y enamorada apoyan y ayudan en el duro trance. Así, rodeado de gente pero aislado frente a una botella, se hace palmario el principio y fin de todos sus males: un malditismo alcohólico reforzado por su profunda cobardía y por la usurpación de la voluntad sufrida al sentarse frente a una copa.

Reforzando la dureza subyacente a sus películas, Billy Wilder, en un ejercicio cruel y pesimista, obligará a su pusilánime protagonista a mentir a su propio hermano, a engañarse a sí mismo e incluso a presenciar a otro alcohólico peleando contra monstruos invisibles en pleno delírium trémens. Hecho terrible que tornará en terrorífico cuando el propio escritor comience a sentir en sus carnes las alucinaciones, pues su dolor se alojará en la plena consciencia del hecho y no en el temor a sus fantasmas. La terrible tragedia del loco que sabe que enloquece.
Calificada de deprimente por los propios estudios, no fueron pocos quienes intentaron boicotear el estreno del film, incluidos por supuesto fabricantes de licores y recaudadores de impuestos, quienes, pasada la Ley Seca, hacían el agosto tributario con el antes pernicioso beber. Fiel a sus tiempos, polémica en su momento y magistral para los restos, los Oscar supieron reconocer (película, guión adaptado, dirección y actor principal) la odisea del medroso borracho, la amargura de quien asume su fracaso empeñando su máquina para echar un trago más y la absoluta maestría de Billy Wilder, cuya impresionante filmografía bien merece un padrenuestro personificado, varios credos y tropecientos avemarías.

Soberbia. No me extraña que la industria del alcohol quisiera boicotearla; se te quitan las ganas de beber absolutamente.