Valoración de VaDeCine.es: 8
Título original: Terminator 2: Judgment Day Nacionalidad: EE.UU./Francia Año: 1991 Duración: 137 min. Dirección: James Cameron Guión: James Cameron, William Wisher Jr. Fotografía: Adam Greenberg Música: Brad Fiedel Intérpretes: Arnold Schwarzenegger (Terminator), Linda Hamilton (Sarah Connor), Edward Furlong (John Connor), Robert Patrick (T-1000), Earl Boen (Dr. Silberman), Joe Morton (Miles Dyson)
Trailer
Cuando en 1984 el director James Cameron rodaba su Terminator original con un presupuesto demasiado escaso para las que eran sus intenciones en una historia de ciencia-ficción como la que planteó, nunca habría podido imaginar la repercusión posterior que su obra causaría. El camino a la secuela se intuía abierto (sabemos, y entonces también sabíamos, del funcionamiento de la industria de la meca del cine; es algo que nunca cambia), pasaron los años, el realizador entrenó ejemplarmente en dos films como Aliens y Abyss y, finalmente, la corazonada se volvió hecho: su nueva película sobre ciborgs exterminadores provenientes del futuro iba a tomar forma. ¿Las diferencias? Una muy relevante: el multimillonario presupuesto del que partió para abordar su secuela (entonces, la película más cara de la historia). Y otra tampoco baladí: el icono que Schwarzenegger compuso (de una manera harto básica y sin embargo consecuente con su figura representada, todo hay que decirlo) pasaba a ser el bueno de la función, no podía ser de otra forma dada la fama que acogió desde entonces al actor.

Así pues, donde en la primera parte era el famoso T-800 quien es enviado desde el futuro para eliminar a la madre del que será líder de la resistencia (y posible salvador) en la lucha del hombre contra las máquinas, John Connor, en esta segunda parte también es esa máquina la que es enviada hacia atrás en el tiempo, pero en una nueva pirueta argumental urdida por la libre imaginación del bueno de Cameron, será el propio Connor quien la envíe al pasado para que le salve la vida a él mismo (y ya de paso proteja la de su madre), ya que en esta ocasión él es la clave y está amenazado por otro ciborg mucho más avanzado que el interpretado por el famoso actor austriaco, el T-1000. Vía libre al enfrentamiento entre las máquinas para decidir el destino de un mundo en los albores de la alta tecnología que está siendo descuidado por nosotros mismos, viene a decirnos el ahora afamadísimo director. La base sobre la que se mueve este nuevo film está pues muy clara: la del más generoso y grande espectáculo. De ahí que Cameron no se interese por dotar a su cinta de ninguna profundidad argumental ni la cargue de una lectura compleja (por más que aborde levemente las sensaciones mutuas que se pueden contaminar en la curiosa relación entre el hombre y la máquina); más aún, la idea de partida de su propuesta se sustenta sobre una paradoja en realidad imposible: la de regresar al pasado desde el futuro para intentar cambiar algo que de hecho ya es irreversible. Lo que le interesa en realidad es hacer acopio de tan ostentoso presupuesto, aprovechándose de las últimas tecnologías informáticas a su alcance, para originar una orgía de efectos digitales y sonoros que revolucionarían el concepto del entretenimiento y marcarían un hito en la historia del cine. A nadie se le olvidan las espectaculares transformaciones de la temible aleación de metal y líquido que es el personaje interpretado por Robert Patrick, quien caracterizó a un villano ya inolvidable; aún hoy resultan sorprendentes. El director supo estar a la altura de su ambiciosa propuesta.

Repleta de acción desenfrenada, resultan memorables las peligrosas persecuciones que se dan cita en el film, logrando Cameron que su nuevo malvado consiga inquietarnos de verdad en el incesante intento de consecución de su objetivo, y dota al conjunto de un ritmo emocionante muy justo con sus primeras intenciones. Todo ello sin necesidad de caer en la fácil tentación del exceso (los enfrentamientos directos entre las dos máquinas apenas son dos; se trata de un thriller en el sentido puro más que de una película de acción sin límites), adecuando los medios a la meta de la historia, y primando una preocupación -insisto, no elevada, más bien liviana, de carácter general- por las relaciones que se establecen entre los diversos personajes, y en especial por el aprendizaje vital que el tosco personaje de Schwarzenegger recibe de parte del joven Connor, aun con el bordeamiento en el ridículo que en ocasiones un cierto sentido del humor condescendiente con ellos pueda acarrear (me refiero a las muecas que prácticamente todos, incluídos ambos exterminadores, en algún momento realizan). Con todo, al final asoma un hálito de nostalgia que refuerza su componente humana constantemente intuida. Cine que eleva a sus cotas más altas la componente espectacular del mismo, el franco sentido del deleite que todo espectador quiere recibir cuando se adentra en la sala oscura del cinematógrafo, aquella primaria sensación de maravillarse ante una pantalla inundada de velocidad y trucos inesperados, del todo increíbles para él. Poco le importará que el mensaje quede sepultado bajo la opulencia del espectáculo.
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y ese tema de guns ^n roses, you could be mine!!! terminator 2!!